lunes, 24 de agosto de 2009

TENGO LA EDAD CADUCA DE LA ESPIGA

Se me escapa la luz, la oscuridad reprime
la sensatez de un llanto y la ventana advierte
que mas allá de la conciencia existe
un camino quebrado y un olivar desnudo.

Cómo duele el instinto cuando me asomo al borde
de aquello que se fue sin apenas probarlo,
carretero de nauseas bajo un toldo plomizo
de acrisolado empeño y un temple de cobarde.

Quizás vuelva un mañana que despeje las sombras
que ocultaron los bordes del abril de mis lunas.
Ronca la voz y cauta la mirada,
quiero ser como el cuento que encienda otra candela
para seguir el paso certero de las lluvias
que hablando del ayer contagien otro arpegio
de gratitud honesta por lo hasta aquí vivido.

Tengo la edad caduca de la espiga
que asomándose al roble aún respira confiada.
Y tengo sed de comprobar si existe
mas allá del cerrojo de la puerta
otro espacio de luz donde levante el vuelo.

Max

1 comentario:

cielo claro dijo...

este poema es una delicia, maravilloso, que gratitud leer tu poesía.

Cariños.
F.