Tagore hablaba un día de un mendigo en Calcuta
con un saco nostálgico y un recuerdo sombrío,
la pesadez del hambre colgaba en su atavío
como la escarcha sórdida al final de la ruta.
De porcelana el hombro y los pies de recluta
probó a ser transparente como el agua del río
y en la conciencia clara de un puerto sin navío
acabó siendo el reo detrás de una disputa.
Somos el papamoscas que busca en el sendero,
mas allá del instinto de la burla o la risa,
montañas de coraje con la esperanza en vano.
Hambre que azuza el vientre no tocará el pandero
en las transpuestas sombras del agobio o la prisa.
Mendigos de Tagore sin su samaritano.
Max
1 comentario:
Max mucho sin vernos, he creado un premio y quiero dartele, recogele en este blog http://mislaurelespoeticos.blogspot.com/.
Un abrazo.
Rocío
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