sábado, 29 de enero de 2011

PIEL DE UN PERGAMINO




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miércoles, 15 de septiembre de 2010

Porque la muerte a sorbos

Porque la muerte a sorbos me sale de un costado
te hablaría del mar si hablar pudiera,
que a ritmo de canción es la primera
presunta variedad que muerde mi pasado.

Del campo al aire azul y en la verdad plantado
soy del otoño un ramo en podadera,
una desafinada carretera
con calva en el andén y en el final atado.

Porque la vida a veces sostiene el compromiso
de haber nacido lerdo
con mueca de un adiós que al cielo implora,

mirando al más allá con el bastón sumiso
en soledad me pierdo,
me riza el mar y el corazón me llora.

sábado, 22 de mayo de 2010

EL GANCHO DEL CORTIJO


El gancho del cortijo con la mirada obscena
de polizón de marras grabado en calendarios.
El latigazo en versos que exuda escapularios
con la mudez de un zafio sirviéndose la cena.

El beso apasionado de aquel que te condena.
El peripuesto antojo que nada en solitarios.
La brújula pendiente de cuerpos centenarios
a la parsimoniosa sesión de un alma en pena.

El reciclaje impuesto sin ley ni compromiso
de estilizados humos y estilizada facha.
Un campo que desvela a media luz su ocaso.

La voz de un pesimista mediada sin aviso,
o del que izó proverbios mientras blandía el hacha,
que por variar no importa, la vida es un fracaso.

viernes, 5 de marzo de 2010

UN VAGO EN SAZÓN Y OLVIDO

El olivar de la muerte
no canta ya a sus difuntos,
ya no encanta.
Suma puntos
la bruja que da la suerte.
No aposté para quererte
cardo ayer, candil de alcoba,
edil con dientes de loba,
careta que cabizbaja
de saldos de la rebaja
subió montando una escoba.

Y en su puesto, sólo apuesto
dos centavos y un comino,
un bedel que anda el camino
con los calzones de incesto.
Suspiros que lleva el cesto
con el “ay” que vuelvo a verte,
ya no volveré a perderte
cara y cruz careta mía
que talas en mi agonía
el olivar de la muerte.


Dueño fuí, si no del huerto
que cultivaba en mis lares,
sí mandé, sudando a mares,
mi bajel oliendo a muerto,
que aunque me dieran por cierto
que no hay pájaro a la vista
no hay nadie que se resista
a ver cómo llena el buche,
(mi muñeco de peluche
también se encuentra en la lista)


y en su cara aventurera
leo el gesto del indulto,
políticos del insulto,
televisión carroñera,
y es tonto el que no creyera
que el sol alumbra de día,
detrás de una celosía
alguien guardaba un estuche.
(me contaba mi peluche
huele a loreal la tía).


A medio peinar las canas
dos analistas del barrio
los vi cumpliendo el horario
repicando las campanas,
los hay que pelan bananas
sin sudar la camiseta
con media pierna obsoleta
y la conciencia hecha un higo,
(la redondez del ombligo
de mediterránea dieta).

Y puestas a hacer pucheros,
lloronas de capa larga
no soportan que su carga
vaya tapando agujeros,
así que poniendo peros
al rigor de cada pauta
aprendí a tocar la flauta
de mangante presumido,
un vago en sazón y olvido
que soñó ser astronauta.

martes, 9 de febrero de 2010

ESCRIBIRÉ TU NOMBRE

Escribiré tu nombre

Escribiré tu nombre con la conciencia clara
de quien despierta alegre primaveras audaces,
caminos sin ausencias y redobles cercanos
con la carga armoniosa del vaivén de los días.

Puerta de mi destino de enredaderas nobles
en este escalofrío de ocasos otoñales
cuando exuda mi cuerpo pasiones encontradas
con los últimos ritmos de tardes cenicientas.

Sabré ser tu canción y el vals de tu memoria,
la redondez austera de tus pasos de lumbre,
la sencillez que acopla tu mirada azabache
al acorde sumiso que me anima por dentro.

Escribiré tu nombre con la luz apaisada
de pentagramas sólidos y un espacio infinito
donde vuele el afán certero de tus manos
y la sonrisa azul con la que me cautivas.

Escribiré tu nombre hasta colgar mi mente
en el transpuesto yo de un amor invencible.

jueves, 24 de diciembre de 2009

TODAS LAS GOLONDRINAS OLVIDARON SU NIDO

La tarde lenta acusa la sensación de olvido
bajo la lluvia opaca de un domingo cualquiera.
Diciembre se apresura a deshojar los robles
y un cielo de azabache se consume en silencio
sobre el tardío ocaso de sus melancolías.

La apuesta fue de soles con el crujir de dados
de habituales fantasmas sin sed de apocalipsis
que en mediáticos ciclos mordieron su estructura.
Caravana del ocio partida en dos mitades,
la del que espera absorto lanzarse a un nuevo juego
o la de quien construye toboganes de ausencia.

Todas las golondrinas olvidaron su nido.
Todas las navidades se volvieron nostálgicas.
Y así es tu voz, mi voz, tu piel o mis disculpas
y un brindis ya acabado en soledad de siempre.

LA NADA QUE SE FUE

Siempre colgué una flor en mi solapa hambrienta
compartiendo los rudos sentimientos austeros,
con la azada en el hombro, y al pie de jornaleros,
aldeanos que sudan vino, pan y pimienta.


Creció la verde parra, y hormigas en los tallos,
con hambre nos zurcimos la astucia de los días,
la mueca del pasado, con sus melancolías,
dio olor a saco roto, y a estiércol de caballos.


Raza de adobe fuimos, pobretona y honrada,
tan simples como el cierzo o el agua de la fuente,
un costal en la espalda, y un arado en la mente
que supo a pan de trigo y a fuerza en la mirada.


La tierra dio su fruto, callada y con firmeza,
ciega de sol que espera temporal de tardío;
soportal de nostalgias que, en el cauce del río,
a la sed de esperanzas solo añade tristeza.


Suman los años días de sentimientos huecos,
parvulario de ideas en la tarde concisa,
esqueléticos sanos nos cruzamos la risa,
machacando el asfalto con madera en los zuecos.


La sencillez de ayer, cumplida y apagada,
de esfuerzo al por mayor para estos carnavales
de faja y boina, resta, con sueldos y jornales,
la nada que se fue, de un hoy que es otra nada.



(Premio en el concurso organizado por la Asociación Progreso y Cultura de Madrid en la primavera del 2009)